VIOLENCIA.
La violencia se define como un acto intencional, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a alguien más. Casi siempre es ejercida por las personas que tienen el poder en una relación, como el padre y/o la madre sobre los y las hijas, los y las jefas sobre los y las empleadas, los hombres sobre las mujeres, los hombres sobre otros hombres y las mujeres sobre otras mujeres, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales o contra uno mismo.
La violencia es un acto que, ya sea que se dé una sola vez o se repita, puede ocasionar daños irreversibles. Implica un abuso del poder mediante el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica o política.
La violencia no es natural:
La violencia se pretende justificar como algo natural diciendo que los seres humanos somos violentos por naturaleza, que siempre han existido las guerras, y las peleas por lo que resulta necesario distinguir la agresividad, que sucede de manera natural, por nuestra herencia genética, de la violencia, que es provocada socialmente por las relaciones de dominación y subordinación entre los seres humanos.
Por lo tanto, consideramos a la violencia como una construcción social, no como un fenómeno natural, y asumimos que es posible actuar para eliminarla de nuestras relaciones personales y sociales.
La principal característica de la violencia es el abuso del poder, mediante el empleo de la fuerza o superioridad de unos con el objetivo de someter a otros, particularmente contra individuos o grupos que tienen menos poder por ejemplo los niños, los jóvenes, las mujeres, las personas adultas mayores.
VIOLENCIA ESTRUCTURAL.
El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en el bienestar de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de formas de violencia.
El término violencia estructural remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos de una sociedad (normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase, nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social.
La utilidad del término violencia estructural radica en el reconocimiento de la existencia de conflicto en el uso de los recursos materiales y sociales, es útil para entender y relacionarlo con manifestaciones de violencia directa (cuando alguno de los grupos quiere cambiar o reforzar su posición en la situación conflictiva por la vía de la fuerza) o de violencia cultural (legitimizaciones de las otras dos formas de violencia, como, por ejemplo, el racismo, sexismo, clasismo o eurocentrismo).
Mientras que para el sociólogo Johan Galtung, la idea de violencia estructural involucra una ampliación semántica de la palabra violencia, cuyo objetivo es mostrar que su amenaza está presente de manera institucional incluso cuando no hay violencia en el sentido literal.
La violencia estructural no involucra a actores que ocasionan daño mediante la fuerza, sino que es equivalente a injusticia social
Por tal motivo todo esto antes menciona se refiere al daño virtualmente evitable en el que a pesar de que no existe un actor identificable que provoca la violencia, éste es explicable a partir de estructuras sociales que producen distribuciones inequitativas del poder y de los recursos[1]
Esto provoca o produce en las personas un daño pero no físico, sino en el deleite de sus necesidades básicas, esto es daños en términos de privación de la libertad, de aculturación, etc.
Ya que el elemento estructural implica que esta forma de violencia, este rociada por el gran sin número de estructuras sociales, donde dichas estructuras sociales no son observables directamente sino que se pueden llegar a explicar y comprender únicamente a partir de su estudio, con esto se podrán identificar las situaciones de violencia estructural, el cual estará sometido a procesos interpretativos en función de los marcos de investigación.
Pero la violencia estructural no es la única que se desarrolla y ni siquiera es la más relevante o prioritaria, existe de igual modo la violencia cultural y esta hace referencia a la legitimación de las formas de represión cultural.
En este trabajo se realiza una vigilancia de factores básicos que configuran la violencia estructural en el Sistema Educativo, descubriéndose oculta en el curriculum, impregnando todos sus elementos. Esta violencia produce un efecto contrario a lo que pretende la educación, ya que el impacto en las personas es un deterioro en la realización efectiva de los potenciales de autorrelación de quien la padece. El perfil de la construcción social del sujeto en la institución educativa, que aparece tras esta ocultación, es realmente inquietante.
El término currículo es polisémico. Aquí lo vamos a entender en la línea de la Reforma, como un proyecto de acción en el que se concretan y toman cuerpo diversos principios: ideológicos, políticos económicos, pedagógicos, con intención de traducirlo en acciones y todo ello para producir una mejor educación en los sujetos de una comunidad.
El currículo es la forma que toma la institucionalización de la educación, es decir, la escolarización. Reconocer que está atravesado por principios o ámbitos que se interrelacionan: ideológicos, políticos, sociales, culturales, económicos, hacen de la escuela una institución que no es neutra, al servicio de una sociedad que tampoco lo es. No es una institución apolítica, como la pensaban las ideologías conservadoras y liberales.
La escuela y por tanto el curriculum como exponente totalizador y como expresión de la relación Escuela sociedad, no es una institución aislada de los contextos culturales, económicos, políticos y consecuentemente de las redes por las que el poder es distribuido en una sociedad, a favor de los intereses ideológicos y económicos de grupos y clases particulares.
La escuela es más bien una institución privilegiada para la reconstrucción, difusión y control de los contenidos culturales y patrones de conducta resultante de confrontaciones de grupos sociales con intereses contrapuestos.
Esta responsabilidad de la escuela y del currículo con valores socio culturales, económicos, políticos, concepciones de lo educativo, es lo que nos permite hablar de violencia en la escuela, al reproducir/mantener y, en parte contestar, el orden económico, sociocultural y político existente, con sus conflictos. Esta violencia es estructural porque al reproducir las estructuras sociales injustas y sus conflictos (configuraciones materiales e ideológicas sobre las que se asientan la realidad de las clases y grupos sociales en conflicto) está reproduciendo la desigualdad del orden social institucional y legal existente.
La Reproducción Social:
Para Althusser es un modelo con el que se trata de explicar cómo se reproducen las relaciones de producción en las sociedades capitalistas. En él, la escuela aparece en la superestructura como un Aparato Ideológico del Estado con una función dominante entre el resto de los aparatos ideológicos (religioso, familiar, jurídico, político y cultural) al reproducir, mediante la ideología, en primer lugar, y la represión, en segundo lugar.[2]
La Reproducción Económica:
La Teoría de la Correspondencia (S. Bowles y H. Gintis, 1976). Afirman que la educación, a través de la escolarización, es una de las principales habilidades para la reproducción del modelo de esta sociedad, y en consecuencia, para la reproducción de la desigualdad. Tras un análisis comparativo de los cambios ocurridos en la institución escolar a través de la historia respecto de las transformaciones en la estructura de producción y distribución de cada sociedad, plantea una correspondencia estructural entre las relaciones sociales de producción en el sistema económico y las relaciones sociales de educación en el sistema educativo. Estas son las que se dan entre administración, profesores, estudiantes y trabajo. Estas relaciones son una réplica de la división jerárquica del trabajo. La función prioritaria, pues, del sistema educativo es ayudar a los jóvenes a integrarse al sistema económico a través de esa correspondencia estructural, lo que significa socializarlos para que acepten la desigualdad.
Esto supone un aprendizaje escolar de la violencia al educarse al aceptar los imperativos económicos, sociales y culturales de la economía capitalista. Cada vez más, la Escuela es un inmenso servicio organizado y controlado por el estado.
Esta es la máxima encarnación del poder político entendido este poder como el dominio ilimitado del hombre sobre el hombre. Este dominio está siempre falto de razón. No hay forma de justificar racionalmente el poder. Cualquier filosofía política no ha hecho más que buscar las razones por las cuales tiene que obedecer.
Esta ideología es, por ejemplo en China, el marxismo, y en Estados Unidos, el liberalismo. Cuando los ciudadanos aceptan de hecho las razones que justifican un poder político a fin de que obedezcan, éste se convierte en autoridad política, ya que ante sus ojos queda legitimada. Así, en el Egipto del tiempo de los faraones, la ideología aceptada para ordenar la ventaja de la posesión del poder absoluto por parte del faraón, era que éste era Dios, por tanto, quien manda es el mismo Dios. En las actuales democracias, quien manda representa al pueblo. En realidad, ninguna de las razones es suficiente para obedecer. Los discursos que se constituyen en pseudolegitimación del dominio del hombre sobre el hombre buscan convencer, de la violencia que ello supone, los elabora, en parte, la escuela, como aparato ideológico o de propaganda del estado.[3]
El siguiente tipo de violencia, al que ya nos estamos refiriendo, es la violencia que busca convencer. Pero hablaremos de ella de una forma más general, y no solamente ligada al poder político. Así pues, cuando al reproducir, estructuras de desigualdad, se le añade la legitimación o justificación de la visión de organización de la realidad tal como se reproduce, tenemos lo que se llama violencia cultural.
Violencia Cultural.
La violencia cultural, son aquellos aspectos del ámbito simbólico (religión, cultura, lengua, arte, ciencia, etc.) que se utilizan para justificar o legitimar la violencia estructural o directa. Aquellas argumentaciones que nos hacen percibir como "normales" situaciones de violencia profunda. La violencia cultural también puede tomar el nombre de cultura de la violencia.
A menudo, las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural y/o justificadas por la violencia cultural: muchas guerras son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre una población oprimida, o de una situación de injusticia social (de un reparto de tierras insuficiente, de una gran desigualdad en la renta de las personas, etc.), y reciben el espaldarazo de discursos que justifican estas violencias.
Con el paso de los años los investigadores han distinguido entre diversas formas de la misma como una manera de poder profundizar mejor en cada una de sus facetas, aunque en el fondo todas pudieran pertenecer, la violencia cultural solamente ofende a las ideas y esto puede ser la peor de las violencias, pues con las ideologías se ha llegado a considerar una raza superior, así como un sistema económico que rige todo el mundo , la violencia cultural puede ser considerada como la madre de todas las discusiones y problemas.
La Reproducción Cultural.
P. Bourdieu tratan de explicar el papel decisivo del sistema escolar en la perpetuación del modo de producción y estratificación de la sociedad capitalista. Esto se realiza a través de la violencia simbólica, que se manifiesta como violencia cultural. La escuela transmite esta violencia cultural, a través de la acción pedagógica, que se basa en la autoridad, es decir, en una relación desigual de comunicación y de poder. Esta autoridad implica un trabajo pedagógico con la duración suficiente como para producir cambios persistentes, con lo que se garantiza la inculcación de la cultura de los grupos dominantes, de sus categorías perceptivas, interiorización que oculta lo interesado de esta visión de la realidad, y por tanto, su violencia, haciéndola pasar como una visión "natural".
De esta forma, un dominado se convierte además en un domesticado y el sistema de enseñanza y lógicamente el currículo, se constituye, estructural y funcionalmente, en conformidad con su función reproductora, reproducción que es condición de su auto reproducción. Esta se facilita cuando los actores de la reproducción, los profesores, "sólo posean principios pedagógicos en estado práctico, o sea rutinas adquiridas mediante un currículo oculto fruto de acciones que se ven hacer a otros miembros o que ellos y ellas sufren, pero sin llegar nunca a reflexionar sobre tales actividades"[4] lo que convierte a la cultura escolar en una cultura rutinizada. Así la cultura y la institución escolar, más en concreto, el currículo, está mediatizado por intereses de clase, de dominación, por intereses violentos.
Pero no solo es dominación, para Henry Giroux, la lucha social y de clases que se libra, por los intereses de los grupos, donde los docentes y los alumnos tienen la posibilidad de resistir las prácticas sociales dominantes. Pero la resistencia no es el fin de la acción, sino un hecho en el cotidiano de las escuelas.
La parte pedagógica trata acerca del involucramiento de los docentes en la contestación y la lucha en contra del carácter tradicionalista y reproductivo de las escuelas públicas, principalmente, donde la ideología dominante se perpetúa y justifica. Y es que desde la perspectiva de Giroux, el fracaso escolar sucede por irresponsabilidad de la sociedad y de la organización que la respalda en este caso, la escuela. Paralelamente, la escuela es considerada también como el espacio para la transformación y el cambio de las sociedades mediante la resistencia y la lucha de clases.[5]
Por tal motivo Giroux le reclama al maestro, que como profesional con conciencia social debería convertirse a sí mismo en un investigador transformativo, en un agitador social con una noción del mundo transformadora y con un conocimiento de la cultura y la tecnología moderna en beneficio de la transformación de las sociedades en función de la mejora planificada.
Ya que para Giroux, las políticas globales educativas influenciadas por la banca, provocan que los docentes sean objetos de reformas educativas que homogeneízan un mundo heterogéneo mediante la reproducción del grupo dominante, por tal motivo el profesor queda reducido en el rol de técnico encargado de ejecutar dictámenes y objetivos decididos por expertos ajenos a la realidad cotidiana por expertos ajenos a la realidad cotidiana de la vida en el aula.
En el caso de las prepas del Distrito Federal (IEMS), se incorpora una ideología a través de los contenidos curriculares, que a través de la formación y evaluación del maestro y a través de la normatividad a la que están sujetos, al profesor lo acaban inhibiendo y restringiendo en cuanto a su desarrollo del rol que le corresponde, como es el de innovar y el de alentar un cambio.
[1]Weigert, Maas Kathleen, La violencia estructural en Lester Kurtz, Enciclopedia de la violencia, Paz y conflicto, San Diego academic Press, III, 441-446, 1999.
[5] Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un anlalisis critico, cuadernos políticos, diciembre 1985, pp. 38.